Ganadora de premios en festivales de cine nacionales e internacionales, hablamos con Izabel Acevedo realizadora y Directora del film “El buen cristiano”.
La cineasta muestra a través de su largometraje-documental “El buen cristiano”, los hechos del histórico juicio por genocidio llevado a cabo en Guatemala donde por primera vez en la historia mundial, un sistema de justicia local promovió un juicio por este tipo de crimen.
El filme muestra diferentes lados de una realidad que hacen al espectador tomar un hecho histórico y contextualizarlo a las realidades de hoy. En un mundo donde las ideologías parecen haber quedado a un lado, donde las recompensas inmediatas son más importantes que los valores humanos más básico; el filme cuenta crudos episodios de conflictos políticos que terminaron volviéndose conflictos personales. Y aunque es un episodio de la historia de Guatemala, bien podría ser la historia de muchos conflictos latinoamericanos, incluyendo a México.
El documental toca varios temas y muestra varios puntos de vista. Tú como realizadora ¿Cómo resumirías sobre qué trata la película?
El tema central de la película es el primer juicio por genocidio en America Latina. Un juicio contra un ex-mandatario procesado por el sistema de justicia de su propio país. Esto no había sucedido antes. Incluso los juicios después de la Segunda Guerra mundial, estuvieron a cargo de tribunales internacionales. Además ninguno de los juicios llevados a cabo en Chile o Argentina han sido por el delito de genocidio.
Mi documental narra el juicio del pueblo de Guatemala contra el ex Presidente Efraín Ríos Montt, y lo narra de manera no lineal. Esa falta de cronología o linealidad fue un recurso importante para hablar de cosas que van más allá de los hechos en sí mismos. Mi objetivo era retratar a los seres humanos que hay detrás de estos procesos de justicia. Entender de dónde vienen las razones y las decisiones de cada quién para haber tomado esas decisiones.
Los resultados de ese recurso son distintas líneas narrativas paralelas que se entretejen en relación a fuertes decisiones que se tomaron durante la guerra civil guatemalteca y por las cuales fue juzgado en 2013 ese ex Presidente.
De tal manera que visitamos el pasado, cuando los crímenes por los cuales es juzgado Efraín Ríos Montt tienen lugar. A través del análisis de distintos personajes podemos imaginar el futuro y las consecuencias que puede tener un juicio de esta magnitud. Y constantemente volvemos a ese presente convulso de marzo, abril y mayo de 2013, cuando se estaba realizando el juicio y la tensión en los tribunales se desbordaba hacia el resto del país.
¿De dónde nace tu interés de hacer una película documental sobre este tema? ¿Por qué crees que es importante que se documente?
Guatemala es un país pequeño que se ha mantenido al margen del mundo, guardando para sus adentros desigualdades y racismos profundos. La guerra civil de 36 años fue peleada a puerta cerrada y las injusticias cometidas entonces son innumerables y muchas veces innombrables. Con la llegada de la paz el miedo hizo que sus habitantes guardaran silencio como quienes guardan oscuros secretos de familia.
Pero más adelante la llegada de actores puntuales al sistema de justicia permitieron el inicio de un proceso brillante de definir de manera científica lo que en realidad sucedió en el país; dar con los responsables de los delitos cometidos (particularmente contra civiles no armados) y a través de juicios públicos demostrar la culpabilidad o eventual inocencia de cada quién.
El proceso de justicia en sí tiene un gran valor como referente político y social para nuestro propio país y para el resto del mundo.
Sin embargo, yo filmé todo el juicio también por otras dos razones. La principal es que de manera personal, me sentía (y aún me siento) intrigada por la persona o las personas que dirigían el Gobierno del Estado Guatemalteco, cuándo este Estado cometió genocidio contra los propios guatemaltecos. Quería saber más de estos seres humanos. ¿Quiénes son? ¿Cómo piensan? ¿Cuáles son sus pasatiempos? ¿Cómo se relacionan con su familia? ¿Son conscientes de su responsabilidad en estos delitos enormes cometidos en contra de la humanidad?
Y finalmente decidí filmar ese momento histórico por puro goce estético… por presenciar y capturar con mi cámara un momento en el cuál el Palacio de la Justicia en la ciudad de Guatemala se llenara de gente, de Ixiles, K’ich’es, K’aqchikeles, de nosotros los mestizos que tan complejamente nos relacionamos en nuestra sociedad, en donde la población mayoritaria es Maya. Y claro, las imágenes de esos fuertes momentos de tensión son increíblemente estéticas, porque tienen el poder del conflicto, del encuentro, de una sociedad que apenas empieza a construirse a sí misma.
¿Por qué crees que este tema, de algo que pasó hace 30 años, puede estar tomando vigencia actualmente?
Así se construye la historia.
Sumergidos en el presente no vemos la pintura completa, solo vemos fragmentos, nuestro punto de vista. Por eso, como seres humanos, revisamos constantemente el pasado para poder autodefinirnos a partir de él en el presente.
Pienso que eso mismo pasará en el futuro con México. Ahora mismo están pasando muchas cosas y al leer los diarios no alcanzas a entender todo en su entera dimensión. Harán falta muchos años para desentrañar a cabalidad todo lo que está sucediendo. Probablemente también hará falta emprender procesos de justicia.
¿Crees que la sociedad le está dando suficiente importancia al tema?
En Guatemala es un tema muy relevante. A favor o en contra la mayoría de las personas tiene una postura, incluyendo la postura de hay que olvidar todo y seguir adelante. Pero para todos ha sido importante este juicio. Incluso la sentencia emitida por el tribunal fue transmitida en vivo por distintos medios de comunicación privados. Eso nunca había sucedido y no creo que vuelva a suceder.
Internacionalmente no ha tenido suficiente difusión. Tal vez no es buena idea que se sepa que un país tan pequeño está enjuiciando a sus ex-mandatarios por genocidio y delitos en contra de la humanidad.
Dicen que en la guerra y el amor todo se vale, y muchos excusan que, en los años de la guerra civil, eran necesarias esas acciones para que la región no se volviera en un Vietnam latinoamericano. Hoy por hoy, donde las ideologías se han quedado atrás ¿por qué crees que la justicia tarda tanto en llegar?
No creo que en la guerra y en el amor todo se valga. Incluso en esas dos cosas hay reglas muy claras.
No estamos aquí para entrar en materia de amor, pero en la guerra una de las reglas más importantes es nunca atacar a civiles, hombres no armados, mujeres, mujeres embarazadas y niños. Mientras que en Guatemala el objetivo principal fue la población que tenía el «potencial de sublevarse» por su condición de Mayas pobres. Murieron hasta animales y plantas, desaparecieron literalmente del mapa cientos de aldeas.
La justicia ha tardado tanto en llegar porque hasta hace muy pocos años en vez de un sistema de justicia, existía en Guatemala un empoderado sistema de impunidad. Pero felizmente eso ha empezado a cambiar.
¿Qué te gustaría que cambie en la gente luego de ver tu película?
Me gusta dejarle a la gente más dudas que certezas. Me gustaría que quién vea mi película se pregunte sobre Guatemala, sobre su propio país y, claro, sobre sí mismo.
Mi documental trata de acercarse a los seres humanos justo para que quién lo vea se pregunte, ¿quién es esta persona que tomó todas esas decisiones? Él y yo, ¿Qué tenemos en común? Las respuestas a estas preguntas suelen sorprender.
¿Hay alguna forma en que los lectores pueden encontrar tu documental?
Por ahora el documental se encuentra en circuito de festivales, pero tiene una página de Facebook donde se puede encontrar el trailer y algunos fragmentos del documental. También información de próximas proyecciones.