Desde Q. Roo
Por Zuleika Cáceres
El tema de la paridad en México ha venido tomando fuerza y de ello diversos grupos feministas se han encargado de hacer valer. Están muy atentos al cumplimiento no sólo en el tema electoral, sino de las posiciones que con la llegada del nuevo gobierno habrán de repartir a las féminas.
A propósito del cambio que se dará a partir del 25 de septiembre en Q. Roo, con la llegada de Carlos Joaquín González al poder, ya se manejan algunos nombres desde el equipo de transición. Algunas conocidas, otras no tanto y algunas más por su largo caminar en las diferentes administraciones del PRI.
Era de esperarse que el tema de los compromisos y las cuotas de poder se iban a hacer presentes. En el caso del PAN era obvio que los espacios estaban previstos, desde el PRD hombres y mujeres vinculados a los gobiernos felixicista y borgista también forman parte de la esperada transición.
En el PRI no dejan de surgir nombres de mujeres que pueden ser parte del gobierno entrante, lo cuestionable es que su paso por diversos sexenios no son de grandes resultados para Q. Roo.
Si son consideradas o no, valdría la pena analizar si la lucha por la equidad es solo por cumplir los espacios de igualdad o dar resultados tangibles al pueblo quintanarroenses.
Desde la reforma político-electoral promulgada el 31 de enero de 2014 se elevó a rango constitucional la garantía de la paridad entre mujeres y hombres en las candidaturas a la Cámara de Diputados, Senado y Congresos Estatales. La ONU Mujeres reconoce un avance hacia una sociedad más justa, incluyente y democrática.
Y es precisamente en ese avance que las mujeres, en su lucha, aporten beneficios al sector sobre todo porque desde el poder es mucho más factible concretar logros porque ir de sexenio en sexenio por una cuota a costa del presupuesto ya es algo muy visto.
En el tema electoral, en la actualidad 11 entidades federativas en México tienen la paridad en sus marcos electorales estatales. Con la reforma constitucional, México se suma a las Naciones que buscan acelerar el ritmo para que la igualdad sustantiva, es decir, la igualdad de resultados y no sólo formal entre hombres y mujeres se haga realidad.