Por: Enrique Guillén Mondragón | Presidente Nacional de CANACINTRA.
En los últimos días la volatilidad del tipo de cambio ha sido tal que el dólar, en ventanillas de algunos bancos en la Ciudad de México, rompió ya el techo de los 20 pesos.
Esto se debe en gran medida a que los mercados cambiarios han entrado en una fase de volatilidad que se explica, entre otros motivos, por la disminución de los precios internacionales del petróleo, así como por el proceso electoral de Estados Unidos, que han desatado a un tiempo la especulación política y financiera. Ambos, han sido factores que han ejercido fuerte presión sobre el peso.
Generalmente, la mayor parte de los analistas sostienen que la volatilidad de una tasa de cambio se encuentra en los llamados «fundamentos del mercado». Entiéndase por “fundamentos del mercado”, la relación existente entre la evolución de las variables cuantitativas económicas claves (exportaciones, importaciones, oferta monetaria, inflación, etc.) y el tipo de cambio, que es un precio. La evolución de esas variables genera las señales a los agentes económicos, quienes a través de sus acciones en el mercado cambiario, provocan el reajuste del tipo de cambio.
Este tiene efectos sobre la balanza comercial, que forma parte de la balanza de pagos y refleja las operaciones comerciales que realiza el país con el resto del mundo; es un indicador de la diferencia entre las exportaciones y las importaciones de productos.
El tipo de cambio es sin duda uno de los precios más sensibles e importantes para toda economía. De ahí que cuando suba o baje, evidencie un cambio en la estructura de sus precios relativos determinando ganadores y perdedores en el mercado. Una moneda que se deja fluctuar libremente en respuesta a la oferta y demanda de divisas en el mercado, se aprecia cuando el tipo de cambio disminuye y se deprecia cuando su tipo de cambio aumenta.
Es por ello, que los mercados de divisas observan de cerca el comportamiento de la balanza comercial y sus cambios, ya que, es el principal indicador de las tendencias de las divisas. Las mediciones de las importaciones y exportaciones son indicadores importantes de la actividad económica global. Ya que las tendencias en las exportaciones no sólo reflejan la posición competitiva del país en cuestión, sino también la fuerza de la actividad económica en el extranjero, por otra parte, las importaciones reflejan la fuerza de la actividad económica interna.
Es conveniente indicar que no estamos acostumbrados a que el peso se aprecie, aunque esto signifique una muestra clara de que la economía se está fortaleciendo.
La apreciación del peso ayuda a combatir el alza en los precios internacionales, favoreciendo a aquellos que tienen préstamos en dólares y ganan en pesos. Si bien tiene además una relación directa con el déficit de la balanza comercial, el público recibe una oferta más competitiva debido a la reducción en los precios de los bienes importados y a una menor presión al alza inflacionaria. En cambio, los principales afectados siempre son los exportadores, quienes venden sus bienes en dólares y pagan sueldos y obligaciones en pesos; al igual que todos aquellos ahorradores que prefieran mantener sus balances en moneda extranjera.
Por otra parte, se encuentra también que más del 83% de las exportaciones mexicanas se destinan a los Estados Unidos. Esto sugiere que el desempeño de la economía de los Estados Unidos es sumamente importante para la economía mexicana, puesto que genera la mayor parte de la demanda por exportaciones mexicanas.
Al considerar la composición de las exportaciones mexicanas por tipo de industria, se encuentra que aproximadamente el 90% de las exportaciones tienen su origen en el sector de manufacturas.
Al igual que en el caso de las exportaciones, la mayor parte de las importaciones mexicanas proviene de los Estados Unidos (50%). Del total de las importaciones, aproximadamente el 90% corresponde a importaciones manufactureras.
En términos un peso apreciado (o un dólar artificialmente bajo), a la larga perjudica a la producción nacional. Un peso depreciado (o un dólar artificialmente alto), beneficia a los productores nacionales, pero perjudica a los consumidores obligando a pagar más caro por productos importados o a consumir productos nacionales de menor calidad. En términos macroeconómicos, un tipo de cambio apreciado, empeora la balanza comercial y reduce el ahorro corriente del país, incrementando el endeudamiento y/o reduciendo las reservas internacionales.
Lo que necesitamos en México, es contar con una economía altamente competitiva que permita que más empresas participen en los mercados internacionales, para depender menos de la actividad económica de los Estados Unidos.