Por: Zuleika Cáceres
“Tenemos prohibido hablar si no es a través de comunicación social, si quieren algún tipo de información o entrevista esa es la vía, se programa y se agenda”, así es como integrantes del equipo de transición de Carlos Joaquín González, gobernador electo de Q. Roo, se han expresado desde que inició el proceso, y eso que aún no asumen funciones.
El discurso, desde la campaña ha sido el mismo, total apertura y libertad de prensa hacia los medios, cosa que el próximo mandatario no tendría que aclarar por la simple razón de que es un derecho, sin embargo pareciera que no aplica a quienes colaboran cerca de él quizá por temor a una metida de pata en el manejo de la información.
Desde ahí comienza mal, se supone que el cambio se vería reflejado en esa apertura, con las facilidades a los medios informativos que hacen su labor y que la mayoría de las veces, por la importancia del tema, amerita atención inmediata, lo cierto es que ha sido todo lo contrario.
Incongruentes resultan esta y otras medidas que empiezan a enmarcar el “cambio”, ¿será que sus colaboradores no están debidamente preparados para hacer frente a una entrevista o cuestionamiento? ¿Será la estrategia para mantener el control durante el sexenio?
Sin lugar a dudas estas y otras medidas resultan obsoletas e inservibles para quienes nos dedicamos a la labor informativa, en tiempos de la “alternancia” en nada abona al quehacer periodístico.
Respeto y derechos…
Muchos han criticado las manifestaciones, marchas y posturas del Frente Nacional por la Familia, miles de mexicanos salieron a las calles en defensa de los valores, del matrimonio y de los hijos. Las voces en contra no se hicieron esperar, las redes sociales se invaden de mensajes de grupos gay en rechazo a lo que muchas familias expresaron, cuando estos mismos han salido a las calles a pronunciarse por sus “derechos”. ¿Por qué entonces no prevalece el respeto a la creencia de cada uno? Seríamos un país diferente.