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SI LO CONFIESO, ESTOY MUY DEPRIMIDO.

ColumnasSI LO CONFIESO, ESTOY MUY DEPRIMIDO.

Por Armando Guzmán

Y no me consuela pensar que el mal de muchos es el consuelo ¿de pocos… o de tontos?… Ya no me acuerdo.

Usted que no vive en Estados Unidos a lo mejor ni me comprende ni simpatiza conmigo, pero tengo todo el año preguntando como es que de trecientos y tantos millones de personas, terminamos con las dos posibilidades presidenciales que ya todos conocen.  Y “aguas”, como dicen en México, porque lo que resulte en esta elección le va a pegar a usted también, entonces lo mejor es pensar que a lo mejor los próximos 4 años son mejores que los 8 que están terminando.

Algo que me motiva escribir para usted, es que me doy cuenta de que estamos ya tan unidos en México y Estados Unidos que usted tiene que saber qué es lo que ocurre aquí, sobre todo en lo económico.

Ya no se puede hablar solo de las pulmonías y los catarros, eso fue en el pasado… hoy las decisiones que se toman en los dos países tienen un impacto casi inmediato en los dos también.   “Sorry”, sé que a muchos de ustedes ni les gusta ni les entusiasma esta realidad, pero, ¿para que pelearlo? Esta es una realidad que se ve en todos los  indicadores económicos.

Nada más vea usted lo que le ha pasado al pobre peso, los golpes que ha recibido son resultado de esa asociación, y mientras sigamos con la duda y la incertidumbre de quien ganará la presidencia aquí en EEUU, los golpes contra el pobre peso van a seguir.

Lo único que me consuela es que la vida se está alargando y que por eso dos septuagenarios tiene  aún la energía para decir que quieren someterse a lo rudo del empleo más complicado del mundo durante los próximos 8 años.

Finalmente las convenciones ya son historia.

Y usted se tiene que preguntar ante lo evidente de las dos convenciones y de los dos candidatos si hay algún optimismo que resulte de la historia de estos dos personajes.

Uno de ellos que no tiene ni idea de lo dañinos que son el orgullo, la avaricia y la vanidad juntos.

Y la otra que no tiene ni idea de los dañinos que son el orgullo, la avaricia y la vanidad juntos.

¿Ahora si ya me empieza a entender? ¿Se da cuenta de la razón de mi depresión?

Lo peor es que ya pasamos por 16 años de erosión y podríamos estar en camino a 4 años de algo aun peor.

Yo creo que lo que sería interesante es ver si todos podemos sobrevivir a Trump.

Si usted nunca ha visto al populismo demagógico e ignorante de cerca, no se puede perder este espectáculo.  El consuelo al que me refería antes es que hay gente más deprimida que yo.  Son los que aspiraron a seguir adorando a Ronald Reagan como guía del republicanismo de derecha. La depresión es porque ese optimismo inocente y estratégico hoy parece estar más muerto que el actor presidente.

En la primera columna que publique en este periódico le dije que Trump era el “Frankenstein” de la derecha que acabaría destruyendo a su creador, que había sido el partido nacional de la derecha americana.   Hoy le puedo decir,  ¡me quede corto!

Como cualquier observador de la sociedad, yo asumí que habría republicanos que se levantarían en una rebelión espontanea a rechazar la acción por demás hostil de parte de Trump de arrebatarles; su partido, y su ideología y que esto los dejaría sin un discurso coherente.

Pero si presto atención en la Convención Republicana en Cleveland, habrá visto que entre los reaganistas, ya no parece haber ya ni partido, ni ideología ni discurso.

Le confieso también que me estoy quedando sin amigos en la derecha porque esta misma columna la estoy publicando en EEUU y los republicanos que la lean dudo que vuelvan a dirigirme la palabra.

Y por eso para ser justo debo quedarme sin amigos en el lado opuesto

Para eso debo decir que con toda la experiencia, y el largo, largo, largo documental de la vida de Hillary Clinton en la convención demócrata, yo aún no estoy convencido de que la señora haya hecho algo memorable en términos de política pública.

Y así mientras los demócratas se morían de calor en Filadelfia, en los diarios se publicaba que por primera vez en la historia de Estados Unidos, el número de gente propietaria de su casa había descendido a su más bajo nivel en toda la historia, o 1963, que es el año en que empezaron a llevar estadísticas sobre esto.

Déjeme decirle que uno de los logros de esta sociedad Americana cuando se formó, fue darle a la clase media la posibilidad de comprar una casa, nada extravagante, solo una casa habitación a veces de 2 a veces de 3 y hasta hace 50 años de 4 recámaras.

El sistema fue hecho para que el gobierno subsidiara estas compras absorbiendo los intereses de las hipotecas y empujado las tasas de interés para arriba y para abajo, para crear hipotecas accesibles a los salarios de la gente promedio.  Con eso EEUU estimuló su economía e hizo crecer a una clase media que ha visto poco a poco como ese logro del pasado se ha venido desmoronando poco a poco.

La desgracia de Obama y su guerra con los republicanos o para ser justo, de los republicanos contra Obama en los últimos 8 años, lo único que dejó como resultado, fue la dudosa posibilidad de que los jóvenes de hoy, los hijos de mi generación, los llamados milenios, superen en logros económicos y en posición a sus padres.

Estos niños son los que hicieron que la estadística del número de dueños de casa se viniera abajo.  Ellos hombres y mujeres jóvenes ven en el futuro la imposibilidad de tener empleos seguros y pagados decentemente y por lo tanto de tener una mejor vida y posición que sus padres.  Imagínese que angustia.

La consecuencia de lo anterior es que la mayoría de ellos no pueden comprar una casa, ni siquiera una chiquita… porque están llenos de deudas de la educación universitaria que recibieron y esa educación y esos títulos no les ayudan a conseguir buenos trabajos porque los que hay pagan cacahuates… “peanuts”, les decimos aquí.

Y eso que este es supuestamente el país más rico del planeta.

Los americanos en este Julio del 2016 no tienen ya confianza en lo que llamaban su proyecto nacional.  Tampoco confían en sus instituciones ni tienen fe en un destino común.

Esa fue la razón del entusiasmo de los jóvenes por Bernie Sanders, y mire usted en lo que eso quedo también.

Para terminar déjeme decirle que la Casa Americana se está quemando y que lo que se necesita urgentemente es un bombero que tenga el pulso firme, que sepa lo que está haciendo y que convenza al vecindario que él detendrá el siniestro, pero solo si la mayoría de la gente le tiene confianza.

Es cierto que el optimismo con el que Hillary cerró su convención podría aminorar la quemazón.   Lo único que falta es que la mitad del país que no la puede ver ni en pintura… se dé cuenta de lo que representa la otra opción.

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