Por Armando Guzmán
Mis amigos mexicanos siempre me preguntan lo mismo.
¿Se han vuelto todos los gringos locos?
¿Cómo responde usted una pregunta así?
¿Con una sonrisa?, ¿levantando los hombros? ¿O poniendo cara de idiota y pensando; ¿a lo mejor tienen razón?
Salgo a la calle y veo caminar a la gente de EEUU junto a mí, y me pregunto lo mismo; ¿estarán todos estos americanos locos?
Cómo puede un país que presume de ser una democracia madura tener una elección tan absurda como la de este año.
Como pueden dos personajes tan conocidos y tan distintos imponer tanto miedo, tanta ansiedad y tanto odio. ¿En dónde quedaron Romney y los Bush, y Marco Rubio y todos los otros políticos tradicionalmente aburridos y a los que estamos tan acostumbrados en EEUU?
Esta elección del 2016 no es de propuestas ni de ideas. Mucho menos de principios y soluciones, ¡no! Esta elección es de miedo y angustias y agruras llevadas al extremo.
Cómo saber ahora si la nueva investigación del FBI sobre Hillary Clinton y sus correos electrónicos llevará a este país, a elegir a la primera mujer en sus 240 años de historia en noviembre, para antes de enero, sacarla por corrupta.
Cómo puede ser que ahora estén en la mira de la misma investigación caracteres tan nefastos como Anthony Weiner, y Hillary Clinton.
Anthony Wiener es el político demócrata que cayó de la gracia desde lo más alto del firmamento político americano, cuando se supo de su extraña afición de enviar electrónicamente fotografías de sus genitales a mujeres de todas las edades, todas las ocupaciones, y todos los rincones de Estados Unidos, bajo el pseudónimo de Carlos Danger: “Carlos el peligroso”.
Weiner que pudo haber sido uno de los políticos extraordinarios de los que solo se dan una vez en una generación, resultó ser un enfermo mental y un degenerado. Su pseudónimo solo, breve como es, dice mucho acerca de este señor.
Acerca de Weiner, antes de que su extraña afición de fotografiarse a sí mismo y luego mostrarse al mundo a través de todos los nuevos medios electrónicos que existen fuera descubierta, su aparente brillantez política, lo llevó a conquistar a Huma Abedin, una joven mujer que habiendo empezado como pasante en la oficina de Hillary Clinton cuando ésta era primera dama, se convirtió poco a poco en la consejera más cercana, en el brazo derecho y el dedo chiquito de Hillary Clinton.
Anthony Weiner que tuvo que renunciar a su cargo de congresista federal en el 2011, cuando fueron descubiertas sus extrañas aficiones, se había casado un año antes en el 2010 con Huma Abedin, y había pasado a pesar de mucha reticencia de Bill Clinton, a formar parte del círculo más íntimo del ex presidente y de su esposa.
Avance usted 5 años, a una nueva investigación en la que el FBI respondiendo a las quejas de una menor de edad, confiscó tres computadoras que Weiner había usado en su casa. Pero recuerde usted que Weiner, estaba casado con la asesora más cercana de Hillary Clinton y que vivía con ella en el mismo departamento en Nueva York, que han compartido durante varios años; y que obviamente en esas mismas computadoras confiscadas por el FBI, como ocurre en muchos matrimonios, había correos electrónicos que habían sido escritos tanto por Huma Abedin como por su esposo el Señor Weiner. 650 mil correos electrónicos. Si leyó bien, 650 mil correos relacionados con Hillary Clinton y sus comunicaciones como Secretaria de Estado del gobierno americano.
Este inocente hecho de un matrimonio de compartir computadoras, es lo que accidentalmente llevó al FBI a descubrir lo que podrían ser nuevas evidencias de comunicaciones secretas de la mujer a la que Huma Abedin ha servido fielmente por más de 25 años.
Este cuento es tan torcido y tan increíble, que ni siquiera a los escritores de novelas de suspenso político, se les habría ocurrido poner tantos detalles igual de jugosos que estos.
Todo esto me lleva a mi pregunta original. ¿Están todos estos pobres americanos locos? Como pueden aguantar una broma tan torcida como elección presidencial.
La Asociación Americana de Psicología, en un comunicado que parecía chiste cuando fue dado a conocer, anuncio que más de la mitad de los estadounidenses están estresados por lo que está ocurriendo en esta campaña. Y esta declaración oficial era necesaria porque muchos de los psicólogos que dan terapia mental clínica reportan una gran cantidad de ansiedad pública por parte de sus pacientes. Todo, gracias a Hillary Clinton, Donald Trump y ahora Anthony Weiner, y Huma Abedin.
Lo peor es que consultando con los Psicólogos me enteré que hay dos tipos de formas de ansiedad: La primera y más común, que se manifiesta en inquietud y desasosiego, y la segunda y más seria que puede causar en la gente pensamientos destructivos.
La ansiedad también, me dicen mis amigos psicólogos, puede alterar la atmósfera de la mente, puede reducir la noción de vivir en el presente y la natural habilidad humana de disfrutar del entorno y de la vida. Y no solo eso, puede resultar en la creación de un ambiente pesimista en el que los temores se vuelven infundados y las personas terminan perdiendo noción de la realidad.
Es así como asustarnos con una historia de fantasmas, y después ver fantasmas en todos lados.
Es como ver al mundo a través de un vidrio sucio. Es como; “Todo en esta vida es del color del cristal con que se mira”.
Y yo me pregunto caminando por la calle, y en la cafetería durante el almuerzo, cuando veo a estos pobres americanos con la cara agria, si lo que están pensando es:
¿Y quién diablos se cree el Trump este para ensuciarme el cristal con el que miro a la vida?.
Y esa es solo una mitad de la población.
La otra, también con cara de infelicidad y con expresiones de los que sufren de agruras frecuentes, debe pensar:
Y esta Hillary, ¿Cómo es que alguien tan chueco y tan mentiroso puede llegar tan alto? ¿Sera porque es chueca y mentirosa?
Estados Unidos es el único país en el que, en su declaración de independencia escribió, que uno de los derechos fundamentales de su gente es el derecho a la “búsqueda de la felicidad”. Y esto me confunde, porque ahora me vengo a enterar que la Asociación Mundial de la Salud, dice que la gente de los países ricos tiene más ansiedad que la gente de los países pobres. 20% de los americanos viven torturados con extrema ansiedad, pero solo el 3 por ciento de los angoleños, en Angola, sufren de iguales niveles de infelicidad.
Hágame usted favor y todo por la Hillary y el Trump.
Y lo peor, es que esto no lo curará la elección. Porque salga uno o salga el otro lo único que se ve en la distancia son más problemas.
Yo me pregunto si la comodidad aparente de la sociedad americana está siendo sacudida por las muestras de racismo, intolerancia, irracionalidad, y resentimiento. Y ahora para terminarla también con muestras de corrupción a los más altos niveles.
Mis amigos camarógrafos de varios noticieros nacionales me han dicho que están cansados de cubrir a Trump, porque sus mítines populares más que reuniones políticas se sienten en persona como si fueran las reuniones mensuales del Ku Klux Klan.
Tengo otro amigo comentarista de NBC, que repite cada vez que puede, que la guerra civil nunca se terminó y que la división entre el norte y el sur continúa en Estados Unidos en todo su apogeo.
Y tengo que reportarle que los blancos educados con posición y con influencia están también afligidos.
Que los blancos ricos están con temor de lo que pueda ocurrir… y lo que puedan perder.
Y que los blancos pobres están tan enojados, porque creen en las teorías de conspiración contra ellos y están dispuestos a pasar de las palabras a las acciones violentas para defender lo muy poco que tienen.
Blancos, negros, asiáticos y latinos en Estados Unidos ven con mucha ansiedad lo que podría representar una presidencia de Trump, un crecimiento oficial del odio manipulado desde lo más alto del gobierno. Pero tienen igual miedo de lo que puede representar una presidencia de Hillary Clinton; en la que todos estos males y muchos de los nuevos, causados por Barack Obama en 8 años de total nulidad, podrían repetirse y nunca dejarlos vivir buscando la felicidad que les prometió su declaración de independencia.
Eso fue lo que impulsó por unos meses la candidatura de Gary Johnson un ex gobernador de Nuevo México y de William Weld otro ex gobernador de Massachusetts, ambos como mancuerna libertaria parecían la alternativa razonable. Hasta que Johnson empezó, no solo a hablar de cómo le gusta fumar marihuana y consumirla en dulces y biscochos, sino que nos empezó a dar varias muestras de hasta dónde puede llegar la idiotez de los políticos profesionales que se aficionan a la cannabis.
Hasta el cierre de esta edición, las encuestas que en las últimas dos semanas de la campaña ponían a Hillary Clinton en la delantera, se han esfumado todas en cuestión de horas… En la recta final, en la última semana de esta campaña, Trump y Hillary están empatados. Hillary parecía ganaría en Arizona y en Florida, hoy parece que perderá en ambas.
Faltan unos días, horas escasas para la elección y más que perfilarnos a una elección que nos llenará de felicidad, y de tranquilidad, vamos a camino a una que nos obligará no solo a seguir consultando a los psicólogos clínicos, sino a los gastroenterólogos también para que nos curen la acidez.
Por eso yo en esto veo una oportunidad de invertir en Wall Street; y si usted quiere seguirme ¡hágalo! A partir de mañana voy a invertir mis ahorritos en acciones en las compañías que fabrican tabletas para las agruras y los antiácidos. Le juro que en el futuro yo veo que estos pobres americanos van a seguir con ansiedades y con agruras consumiendo estos productos en los próximos meses, en cantidades cada vez mayores.
Si mi predicción es la correcta, mis nuevas inversiones en estas compañías en Wall Street a lo mejor me hacen rico.